lunes, 20 de diciembre de 2010

Isabel y Marisela

Ciudad Adentro

Laura Castro Golarte (lauracastro05@gmail.com)

Una de ellas ha logrado la captura de más de cinco delincuentes implicados en el plagio y asesinato de su hijo, Isabel Miranda de Wallace. Esta semana recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos de manos del Presidente de la República, quien no tuvo más que reconocer que el activismo de Isabel ha dejado en evidencia a las instituciones de seguridad y justicia por su ineptitud, por el desinterés y hasta por la filtración de la delincuencia en sus filas.
Felipe Calderón también dijo: “Doña Isabel convirtió una amarga experiencia personal en una poderosa fuente de inspiración, no sólo para evitar que la muerte de su hijo quedara impune, sino también para contribuir a la construcción de un México más seguro, ordenado y, sobre todo, respetuoso de los derechos ciudadanos fundamentales”.
Es cierto, Isabel Miranda ha hecho y sigue haciendo tareas que corresponden al Estado, un Estado que debería ser garante y protector de sus ciudadanos. Pero realmente no ha sido “fuente de inspiración” aunque debería, ha hecho y logrado lo suficiente como para ser ejemplo, para verdaderamente cimbrar al aparato de seguridad y justicia de nuestro país, pero no, si así fuera, otra sería ahora la realidad de Marisela Escobedo Ortiz; estaría viva y seguramente el homicida de su hija tras las rejas.
Desde el asesinato de Rubí hace dos años y con mayor fuerza desde que el asesino confeso fue absuelto, Marisela no paró un solo día en la búsqueda de justicia, no claudicó en su lucha contra la impunidad, contra la burocracia, contra la insensibilidad. Con plantones, caminatas, mantas y pancartas, acompañada por muchas otras madres que han perdido a sus hijas de manera similar, no se cansó, no se calló… la silenciaron.
Marisela hoy está muerta. Fue acribillada frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua. Trató de huir pero fue en vano. Cayó inerme ante la persecución del asesino que fácilmente huyó en el automóvil que lo esperaba. ¿Quién se encargará ahora de hacer justicia por Rubí y por Marisela? ¿Quién, cuando Marisela dejó en evidencia una vez más que la justicia no es pareja? Ella denunció los privilegios del gobernador de Chihuahua César Duarte, cuyo sobrino fue asesinado este año y este mismo año fue capturado al responsable.
Después de la absolución del asesino de Rubí, Marisela apeló y logró que el homicida fuera declarado culpable, pero estaba prófugo. No contenta con eso, ella lo localizó en Zacatecas y dio aviso a las autoridades pero nunca fueron por él. Hoy Marisela está muerta y es una historia que se suma a decenas de historias de dolor y ausencia en México, a historias de impotencia, de lucha infructuosa, de impunidad.
Isabel y Marisela son dos mujeres ejemplares que no se resignaron con la dolorosísima pérdida de sus hijos y se enfrentaron al Estado. Isabel continuará… Marisela no.

Artículo publicado en El Informador el sábado 18 de diciembre de 2010.