sábado, 11 de diciembre de 2010

Michoacán

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

A principios de noviembre pasado llegaron noticias de narcobloqueos en Michoacán; y de la escueta información que se difundió entonces, se supo que los enfrentamientos y los bloqueos perpetrados por presuntos integrantes de la “Familia Michoacana” se produjeron porque un cabecilla de esa organización criminal había sido asesinado.
Entonces me llamó la atención la escasez en los datos y, sobre todo, en las repercusiones y el seguimiento. En esas fechas, adquirió mayor relevancia el hallazgo de 18 jóvenes michoacanos en una narcofosa en Guerrero, que los bloqueos en diferentes puntos carreteros de ese Estado.
Gracias a testimonios de personas que viven en esa entidad (es el mismo caso de Tamaulipas) se sabe que lo que trasciende a los medios de comunicación es mínimo en comparación con la realidad que viven cotidianamente nuestros vecinos y compatriotas.
¿Durante cuánto tiempo se puede tapar el Sol con un dedo? Somos todos testigos de que no por mucho dada la información, ahora sí abundante (aunque no por ello más confiable) de la violencia desatada en el Estado vecino, al grado de que líneas de autobuses, empresas de mensajería y varios centros escolares, entre otros, han suspendido actividades y se recomienda no viajar a Michoacán.
Prácticamente de manera paralela, unos días antes, a través de los cables diplomáticos difundidos en el mundo por WikiLeaks, se sabe que por lo menos está en la mesa de las discusiones la posibilidad de declarar un “estado de excepción” en algunos estados de la República por los niveles a que han llegado la violencia y la operación de grupos criminales.
¿Qué está pasando? Lo menos que merecemos los mexicanos es información cierta y confiable, porque entre la confusión, el miedo, el caos y especialmente la incertidumbre, corremos todos grandes riesgos.
No se puede ocultar información ni simular que no pasa nada; no se puede tampoco pensar “pobres michoacanos lo bueno es que acá las cosas no están tan mal”, porque es algo así como el primer paso para no enfrentar los problemas y mucho menos tratar de resolverlos de fondo. Se trata de México, de nuestro país. Ni Michoacán, ni Tamaulipas, ni Chihuahua son islas. Vamos todos en el mismo barco.
La situación es grave, históricamente grave. Y si bien el secretario de Gobernación, Francisco Blake, dijo que era necesario revisar la estrategia; a los pocos días el Presidente Felipe Calderón volvió a ponderar los “logros” en la lucha contra el crimen organizado.
Los mexicanos no merecemos simulación, ni dobles discursos, ni información disfrazada o minimizada, ni que se oculte la verdad, al contrario, ahora más que nunca necesitamos datos confiables para tomar decisiones, para prevenir, para cuidarnos, para exigir a la autoridad que cumpla con su cometido constitucional.
Hoy en Michoacán se vive una tensa calma después de enfrentamientos, bloqueos y, lo más lamentable, ocho muertos. No se puede cantar victoria.

Artículo publicado en El Informador el sábado 11 de diciembre de 2010.