Ciudad adentro
Se insiste de manera persistente y hasta autoritaria en
que nos enteremos de todo lo que pasa en nuestro país bajo la premisa de que,
nada más por eso, la clase política no hará lo que le dé la gana, como siempre
lo hace. No lo creo.
¿Es importante estar enterados? Sí, sin duda alguna, pero
en estos momentos, con esta clase política, con la partidocracia que campea y
el autoritarismo que regresa con toda la fuerza, no está sirviendo de nada para
cambiar o impedir algo que sabemos (creemos) afecta a las mayorías o,
simplemente, con lo que no estamos de acuerdo.
De parte de varios opinadores
se machaca y se machaca que por no estar enterados, por desentendernos, por ver
mejor el futbol, por distraernos con cualquier cosa y hasta por manifestarnos
contra la guerra en Medio Oriente y el conflicto en Ucrania, los legisladores
están actuando en un amplio marco de impunidad sin nada que los frene porque ni
las fracciones de oposición tienen esa capacidad.
Claro que se hace de buena fe –me refiero a insistir en
que estemos por lo menos informados— pero se me hace que el foco de las
críticas no debe concentrarse en eso, igual, no sirve de nada.
Reitero, es importante y útil estar enterados para que
luego no nos sorprendan y los cambios en la ley nos afecte directamente, se dan
casos claro está, pero también, reitero, hoy por hoy la clase política está
haciendo de las suyas sin que manifestaciones, propuestas de la sociedad civil
ni el activismo más férreo logre detenerlos o llamar su atención para que las
ideas de la ciudadanía sean tomadas en cuenta y se incluyan en los marcos
legales en los que “trabajan”.
Por ejemplo: Con las reformas secundarias aprobadas y en
proceso de aprobación en las últimas semanas, en periodos extraordinarios
convocados con urgencia, sabemos que los pasivos de Pemex y la CFE ahora son
deuda pública (1.3 billones y 500 mil millones de pesos respectivamente); y
sabemos también que los excedentes petroleros, que si mal no recuerdo únicamente
un año tuvieron un destino útil (me refiero a fortalecer las finanzas de
estados y municipios) ahora sólo
se usen en inversión física o para cubrir sus pasivos laborales de pensiones y
salud.
Sabíamos que
esto se estaba fraguando, surgieron voces opositoras dentro del mismo Congreso,
discursos encendidos y feroces, se escribieron largas listas de desventajas y
peligros, de injusticias ¿y? ¿pasó algo? Si tomaron en cuenta alguna idea ajena
a su aferrazón de consumar las modificaciones, ni siquiera trascendió lo
suficiente.
Y son apenas dos
ejemplos casi insignificantes si pensamos en términos cuantitativos.
Ayer nos
enteramos de otra cosa (y luego que por qué los pasivos): el costo de las
prestaciones que trabajadores de Pemex y de la CFE recibieron en el primer
semestre de este año fue hasta 10% superior al de 2013, según datos de Hacienda,
dos veces y media más que el incremento salarial que en promedio, para la
burocracia mexicana fue de 4 por ciento.
¿Para qué nos
sirve saber esto, estar enterados, conocerlo con lujo de detalles? Ciertamente
para impedirlo no pero sí para indignarnos, enojarnos, malhumorarnos y para
sentir como un dardo en el hígado la impotencia de no lograr nada con la clase
política, ni que nos escuchen ni que actúen con base en necesidades y posturas
ciudadanas, nada. La impotencia es mayúscula así que entiendo que muchos
mexicanos no quieran ni siquiera saber.
Vamos a ver qué
pasa con la propuesta (excelente y muy necesaria) que presentaron ante
legisladores jaliscienses, ciudadanos activos y expertos para que se modifique
la Ley de Fiscalización en Jalisco y sea posible llamar a cuentas y
transparentar al Poder Legislativo y a la Auditoría Superior del Estado de
Jalisco. Vamos ver.
Publicada en El Informador el sábado 2 de agosto de 2014.