Ciudad adentro
Esta semana se celebró en México un aniversario más del
inicio de la Independencia, 204 años para ser precisos del famoso Grito de
Dolores. Como es tradición (de esas que luego se inventan para efectos de
legitimación desde hace siglos) los festejos patrios consisten, básicamente, en
la ceremonia en Palacio Nacional, encabezada por el Presidente en turno y, al
día siguiente, el desfile militar y charro.
Bueno, pues aparentemente todo marchaba sin mayores
contratiempos, dentro de lo previsto. Una actividad consuetudinaria cuya
operación y logística son de rutina y los manuales ahí están para propios,
extraños y recién llegados.
Sin embargo, este año no fue así a pesar de que sólo a
través de redes sociales se dio cuenta de algunos incidentes que,
independientemente de lo que sea, eran noticia por lo extraordinarios y en
contraste con la rutina de cada año.
El incidente emblemático que prácticamente no trascendió
fue el desprendimiento de la bandera monumental del Zócalo de la Ciudad de
México. He sido testigo del izamiento de esa bandera y la ceremonia es de una
formalidad que encanta a todo mundo, la escolta responsable siempre tiene
público aunque sean las seis de la mañana. Pues en esta ocasión, para iniciar
el desfile, se inició con el izamiento que se hace con un mecanismo electrónico
y la bandera gigantesca no había subido más que unos cuantos metros, cuando se
desplomó. El video está disponible (creo que todavía) en internet y no se trata
más que de un simple accidente; si hubo un error humano seguramente alguien
está castigado (supongo) y si no, también, porque alguien es responsable y no
se verificó que la bandera estuviera bien colocada, en fin.
Pues resulta que este asunto se ha ocultado para su
difusión en medios masivos de comunicación y la pregunta es ¿por qué? ¿Cuál es
el sentido o el propósito? Si de todas maneras muchos somos suspicaces y en
redes sociales hablamos de “metáforas”, “presagios”, “vaticinios”, “símbolos” y
otras cuestiones interpretativas, realmente se trató de un accidente del que
simplemente se debió dar cuenta en la relación de novedades y punto. Pero no,
alguien tomó la decisión de “bajar” la información, de “editar” el video y tuvo
cuidado de que no se mencionara, por ejemplo, en los noticieros top de la
televisión. ¿Qué es lo que queda en evidencia? Este afán por ocultar cosas o
tratar de tapar el sol con un dedo de este régimen (y de otros, no es el
primero claro, pero se supondría que en estos tiempos de redes, globalización e
internet ni siquiera lo intentarían, pero bueno).
Este fue el hecho emblemático y diferente, porque el
asunto de los abucheos, que también se ocultó, no es nuevo. Tiene varios años
con los gobiernos priistas de antes, los panistas y ahora que regresó el
Revolucionario Institucional, persisten. Estos fueron la noche del Grito
precisamente, mientras el Presidente ondeaba la bandera, sin embargo, a través
de videos que circulan en redes se aprecia el “amontonamiento” de voces y
sonidos contrastantes.
Y, por último (apenas tres ejemplos) y más grave, está el
asunto de “Odile” y sus efectos graves en Los Cabos, Baja California Sur.
También a través de redes sociales circularon denuncias de que de manera
deliberada se habían “bajado” las comunicaciones para que no se conocieran de
manera masiva los daños causados por el huracán en ambas localidades, llamaba
la atención de los denunciantes que las comunicaciones se “cayeron” después del
meteoro, no antes, cosa que definitivamente suena rara pero no imposible; sin
embargo, hasta hoy, lo que se ha destacad es el lamentable asunto de los
saqueos pero no en qué condiciones están Cabo San Lucas y San José, todavía no
se sabe gran cosa. Y en cuanto a la rapiña, ojo, basta con ver las imágenes
para darse cuenta que la gente actúa así con una desesperación que va más allá
de “Odile”. No es posible tapar el sol con un dedo.
Finalmente, y de manera breve (es otro tema), quiero
decir que ya basta de polémicas estériles con respecto a si fue mejor Hidalgo o
mejor Iturbide. Cada uno hizo lo que sabemos (deberíamos conocer e informarnos
más) y no hay punto de comparación. Nos la pasamos discutiendo sobre asuntos
históricos que lejos de acercarnos nos separan. Lo mejor sería reconocer
errores y aciertos de cada uno así como el papel que jugaron y ya, eso nos
ayudaría a elaborar una reflexión mucho más consciente e inteligente en torno a
nuestra historia y, claro, a nuestro presente.
Publicada en El Informador el sábado 20 de septiembre de 2014.