domingo, 21 de septiembre de 2014

Tapar el sol con un dedo

Ciudad adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

Esta semana se celebró en México un aniversario más del inicio de la Independencia, 204 años para ser precisos del famoso Grito de Dolores. Como es tradición (de esas que luego se inventan para efectos de legitimación desde hace siglos) los festejos patrios consisten, básicamente, en la ceremonia en Palacio Nacional, encabezada por el Presidente en turno y, al día siguiente, el desfile militar y charro.
Bueno, pues aparentemente todo marchaba sin mayores contratiempos, dentro de lo previsto. Una actividad consuetudinaria cuya operación y logística son de rutina y los manuales ahí están para propios, extraños y recién llegados.
Sin embargo, este año no fue así a pesar de que sólo a través de redes sociales se dio cuenta de algunos incidentes que, independientemente de lo que sea, eran noticia por lo extraordinarios y en contraste con la rutina de cada año.
El incidente emblemático que prácticamente no trascendió fue el desprendimiento de la bandera monumental del Zócalo de la Ciudad de México. He sido testigo del izamiento de esa bandera y la ceremonia es de una formalidad que encanta a todo mundo, la escolta responsable siempre tiene público aunque sean las seis de la mañana. Pues en esta ocasión, para iniciar el desfile, se inició con el izamiento que se hace con un mecanismo electrónico y la bandera gigantesca no había subido más que unos cuantos metros, cuando se desplomó. El video está disponible (creo que todavía) en internet y no se trata más que de un simple accidente; si hubo un error humano seguramente alguien está castigado (supongo) y si no, también, porque alguien es responsable y no se verificó que la bandera estuviera bien colocada, en fin.
Pues resulta que este asunto se ha ocultado para su difusión en medios masivos de comunicación y la pregunta es ¿por qué? ¿Cuál es el sentido o el propósito? Si de todas maneras muchos somos suspicaces y en redes sociales hablamos de “metáforas”, “presagios”, “vaticinios”, “símbolos” y otras cuestiones interpretativas, realmente se trató de un accidente del que simplemente se debió dar cuenta en la relación de novedades y punto. Pero no, alguien tomó la decisión de “bajar” la información, de “editar” el video y tuvo cuidado de que no se mencionara, por ejemplo, en los noticieros top de la televisión. ¿Qué es lo que queda en evidencia? Este afán por ocultar cosas o tratar de tapar el sol con un dedo de este régimen (y de otros, no es el primero claro, pero se supondría que en estos tiempos de redes, globalización e internet ni siquiera lo intentarían, pero bueno).
Este fue el hecho emblemático y diferente, porque el asunto de los abucheos, que también se ocultó, no es nuevo. Tiene varios años con los gobiernos priistas de antes, los panistas y ahora que regresó el Revolucionario Institucional, persisten. Estos fueron la noche del Grito precisamente, mientras el Presidente ondeaba la bandera, sin embargo, a través de videos que circulan en redes se aprecia el “amontonamiento” de voces y sonidos contrastantes.
Y, por último (apenas tres ejemplos) y más grave, está el asunto de “Odile” y sus efectos graves en Los Cabos, Baja California Sur. También a través de redes sociales circularon denuncias de que de manera deliberada se habían “bajado” las comunicaciones para que no se conocieran de manera masiva los daños causados por el huracán en ambas localidades, llamaba la atención de los denunciantes que las comunicaciones se “cayeron” después del meteoro, no antes, cosa que definitivamente suena rara pero no imposible; sin embargo, hasta hoy, lo que se ha destacad es el lamentable asunto de los saqueos pero no en qué condiciones están Cabo San Lucas y San José, todavía no se sabe gran cosa. Y en cuanto a la rapiña, ojo, basta con ver las imágenes para darse cuenta que la gente actúa así con una desesperación que va más allá de “Odile”. No es posible tapar el sol con un dedo.
Finalmente, y de manera breve (es otro tema), quiero decir que ya basta de polémicas estériles con respecto a si fue mejor Hidalgo o mejor Iturbide. Cada uno hizo lo que sabemos (deberíamos conocer e informarnos más) y no hay punto de comparación. Nos la pasamos discutiendo sobre asuntos históricos que lejos de acercarnos nos separan. Lo mejor sería reconocer errores y aciertos de cada uno así como el papel que jugaron y ya, eso nos ayudaría a elaborar una reflexión mucho más consciente e inteligente en torno a nuestra historia y, claro, a nuestro presente.

Publicada en El Informador el sábado 20 de septiembre de 2014.