Ciudad adentro
Hace una semana, los habitantes de Guadalajara y de varios puntos del
Estado de Jalisco, nos levantamos con una sensación de peligro, de miedo, de
preocupación, pero sobre todo de incertidumbre porque un día antes la ciudad
estuvo sitiada por narcoterroristas ¿o de qué otra forma se puede calificar a
la quema de varios vehículos en los accesos principales a la ciudad y en
diferentes municipios de la entidad? Quema de vehículos, de sucursales
bancarias, de enfrentamientos y del derribo de un helicóptero del Ejército,
además.
Usar “narco” como prefijo es resultado del conocimiento que desde hace
lustro tenemos los mexicanos, de la operación de criminales organizados en la
producción y distribución de narcóticos en nuestro país. Una actividad que sólo
ha cambiado de mandos pero que va en constante aumento, no se sabe de un
abatimiento real, es decir, se captura o se asesina a alguno y ya hay sucesor
en línea directa, tan eficientes como en las monarquías; de pronto por eso se
les denomina reyes o zares de determinada droga o sustancia.
Pues bueno, alguien que tiene capacidad para operar con tal precisión puede
ser llamado de todo menos vándalo y esta declaración del gobernador Aristóteles
Sandoval es la que critico hoy, no sólo por señalar o criticar, ni para
burlarme ni nada, sino para llamar la atención porque verdaderamente, después
de lo que vivimos la semana pasada, es muy preocupante que desde la autoridad
se pretenda minimizar una realidad que si no se aborda tal cual,
irremediablemente estará mal resuelta o atendida. Esta es una gran preocupación
y genera temores incluso mayores porque entonces los ciudadanos nos encontramos
inermes ante las operaciones del crimen organizado que según los conocedores y
varios analistas, en Jalisco va tomando una fuerza inusitada por su nivel de
organización precisamente, por el armamento que usan, las estrategias y la
infiltración en las corporaciones oficiales.
La situación es muy grave y una conducta de negación de lo que realmente
pasa no ayuda en nada, no sirve, no tranquiliza a nadie, al contrario, enciende
focos de alerta y lo que nos toca como sociedad es, estoy convencida, hacernos
escuchar de las maneras que sea posible para que la autoridad reconsidere,
reconozca la magnitud del problema y actúe en consecuencia, de otro modo veo
muy difícil cualquier avance real.
Aristóteles Sandoval, quien sabemos tiene aspiraciones políticas incluso
presidenciales, ha sido fuertemente criticado por periodistas y comentaristas
del Distrito Federal, por locales poco, en gran medida, creo, porque es muy susceptible
a las críticas; no le gusta ser cuestionado y ahora sí que hablo por
experiencia propia, sin embargo, es urgente primero, una actitud de humildad
frente a los señalamientos para reconocer errores; y segundo, una actitud de
reconocimiento del nivel de problema que se enfrenta en Jalisco en materia de
narcotráfico y crimen organizado para actuar en consecuencia. Si se afirma que
fueron vándalos y no narcoterroristas los que nos mantuvieron en jaque la
semana pasada, las medidas que se tomen desde la autoridad no serán
directamente proporcionales, insisto, a la magnitud que la mayoría le
concedemos a los hechos del 1 de mayo de 2015.
Este es un llamado, pues, a que no se le den vueltas al asunto, a que se
recurra a expertos, a que se aprenda de los señalamientos para tomar mejores
decisiones y responder con entereza y honor al cargo conferido por los
jaliscienses. Es un mandato por el que se paga y muy bien y lo menos que puede
y debe hacerse, es cumplir con las obligaciones que un cargo así implica.
Las cosas no están bien, en este caso estamos hablando de seguridad; no
obstante, hay otros temas pendientes: economía, política, derechos humanos,
educación, salud… en fin. Pues bien, nada será atendido de manera eficiente y
suficiente para los jaliscienses si la actitud del gobernador es de negación,
urge cambiar eso aunque implique abandonar el patrón que se dicta desde el
centro… por el bien de Jalisco.
Publicada en El Informador el sábado 9 de mayo de 2015.