Ciudad adentro
LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)
De mal en peor. Lo más
preocupante es que nos podemos desgañitar, manifestarnos, gritar hasta la
afonía y el Presidente de la República sigue en su mundo de sololoy, en su
casita de juguete, en su país de fantasía. Y lo malo de esto es que si no se
reconoce una realidad y no se va al fondo de las cosas para atacarlas de raíz,
cada vez será menor la esperanza de salir de una situación difícil,
desilusionante, frustrante y desesperada.
Esta semana, primero, aparece
como columnista de varios periódicos y anuncia directamente que al día
siguiente promulgaría una reforma constitucional más (la número 12), ahora para
combatir la corrupción. Y luego, el día de la promulgación, emite un discurso
en el que se atreve a decir que México es una democracia consolidada. Me
gustaría saber qué es para él o qué significa el concepto de democracia
consolidada, porque yo no encuentro congruencia con la realidad que vivimos día
a día.
No me parece que esté
consolidada si, precisamente, para combatir la corrupción es necesario
legislar. El espacio me va a alcanzar casi nada más para desmenuzar un párrafo
o dos de su discurso:
Hace apenas unas décadas, gran parte de la sociedad mexicana dudaba que
en nuestro país pudieran celebrarse auténticas elecciones libres y
democráticas, en las que se respetara la voluntad ciudadana. En aquel entonces,
se veía muy remota la posibilidad de que México pudiera contar con
instituciones electorales autónomas, que aseguraran la certeza, legalidad,
independencia e imparcialidad de los comicios. En ese tiempo, incluso algunos
llegaban a pensar o hacían impensable una alternancia en la Presidencia de la
República.
Sin embargo, gracias a una sociedad más participativa, gracias a las
instituciones que entre todos hemos construido, y gracias a una creciente
cultura democrática, hoy nuestra Nación ha demostrado que esas creencias del
pasado eran falsas.
En el México de la actualidad, hay elecciones libres, tenemos
instituciones electorales fuertes e independientes; y la alternancia, en todos
los órdenes de Gobierno ya es parte de nuestra normalidad democrática.
Sé que la cita es larga pero
creo que vale la pena analizarla punto por punto porque no se puede dejar pasar
una tergiversación de este tamaño de lo que era y es nuestra vida política. Por
supuesto, habla y escribe en consonancia con lo dicho al principio de esta
columna: un mundo que no existe; y sobre falsedades no hay manera de construir
una nación, no hay manera de recomponer el rumbo, no hay forma de restituir a
la sociedad mexicana todo lo que se le debe.
Dice en primer término que la
sociedad mexicana “dudaba”. ¿Y cómo no? Si muchos mexicanos fuimos testigos de
las diversas formas de fraude, de la caída del sistema, de la intervención del
Estado en las elecciones. Y añade que nadie creía que en México fuera posible
la alternancia, para luego afirmar que esas creencias del pasado “eran falsas”.
No eran falsas, era justo lo que vivíamos elección tras elección ¿cómo íbamos a
creer en una posible alternancia si el PRI tenía todo arreglado? Hay libros
como diccionarios en donde se definen todas y cada una de las formas del
fraude… Yo fue testigo de una en la elección de 1988. ¿Cómo puede decir que
eran falsas?
Y finalmente (en verdad me
falta espacio) afirma que tenemos “instituciones electorales fuertes e
independientes”, pero ¡por favor! Se estaba logrando con el IFE, con aquel
organismo que encabezó Woldenberg, pero cuando la clase política empezó a ver
que sí funcionaba, se encargó de acabárselo y hoy tenemos la bazofia que
tenemos, porque participó no sólo el PRI sino todos los partidos. ¿Y que venga
ahora a decir que nuestra democracia está consolidada? ¿Y que así como lo logramos también seremos capaces de
combatir la corrupción?
La corrupción tiene muchas
formas, engañar es una de ellas. Hablar así de nuestra realidad deja en
evidencia que la visión que se tiene de ella está corrompida, es falsa, esa sí
es falsa, no las percepciones de la sociedad.
¿Democracia consolidada? ¡Por
Dios! Si los partidos políticos se han encargado de que vivamos en plena y
franca regresión. ¿Consolidada? ¿Con el nivel de campañas que tenemos: guerra
sucia, difamación y lodazal al por mayor? ¿Marrullería e intentos de
manipulación de la voluntad ciudadana? ¿Cuáles elecciones libres con compra de
votos, discurso del miedo y uso de la ignorancia y de la pobreza de millones de
mexicanos a los que les conviene mantener así?
No es posible, no más.
Columna publicada en El Informador el sábado 30 de mayo de 2015.