domingo, 24 de abril de 2016

Agua para Guadalajara… un caso de negación

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com


Desde que tengo uso de razón periodística y ya es algo, el abasto de agua para Guadalajara y la zona metropolitana ha sido y es un problema. Una cuestión que genera conflictos desde varios aspectos o aristas pero que por lo general se ha enfrentado como si sólo tuviera una causa y un efecto. En estas condiciones, es lógico pensar que no esté resuelto ni vaya a estarlo si no hay un cambio en la actitud de las autoridades a la hora de abordarlo.
Voy por partes. Para la clase política en Jalisco de todos los partidos, estén en el Ejecutivo o en el Legislativo, el agua es un tema político-electoral, para empezar. No es un problema urgente garantizar el abasto de la metrópoli ni resolver uno de los elementos básicos para medir la calidad de vida de las personas en el mundo. Las soluciones que se han dado hasta ahora quedan en el terreno de lo temporal, casi en lo paliativo.
Es político-electoral porque los políticos consideran que es un tema muy sensible y, con base en esta percepción, optan por el engaño y la simulación de frente a los electores; y entre los propios funcionarios, a la negación total. Si es necesario racionar el agua, la información se maneja como si fueran tandeos por obras de mantenimiento y reparación, pero la verdad es que la racionan. Y con ese cuento, casi siempre afectan a los habitantes de colonias populares. Pero que a nadie se le ocurra decir la verdad porque entonces perderán votos en las próximas elecciones.
Tampoco es un tema cómodo cuando se trata de revisar tarifas, aun cuando en diversas encuestas desde hace años, la población ha dejado de manifiesto que no le importa pagar más si eso servirá para garantizar el servicio; con más gusto lo haría sí esa garantía es en términos sustentables. Entonces, por votos, no se reconoce crisis en el abasto ni la necesidad de aumentar tarifas. Y esto ha sido desde hace décadas.
Una cosa lleva a la otra. Esta actitud es el terreno fértil e ideal para la opacidad. Si la autoridad no reconoce abiertamente que se trata de racionamiento del agua cada estiaje, tampoco ofrecerá datos ciertos y contundentes sobre las fugas y desperdicios que salen del control del SIAPA, por ejemplo; ni se dispone de toda la información relativa a las condiciones en que se encuentra el equipamiento para la dotación eficiente y suficiente.
Es también una cuestión de intereses económicos y de negocio que ha beneficiado a empresas constructoras y de estudios especializados, en muchos casos pagados en vano porque las obras o los grandes proyectos no se han concretado; el desgaste ha sido literal y figurado.
Esta aferrazón de la autoridad con respecto al manejo del agua potable para la ciudad, por ejemplo con la presa de El Zapotillo, ha roto cualquier vínculo posible entre el gobierno y la sociedad civil y las relaciones son tensas, de violencia soterrada y descalificaciones mutuas. Mal, muy mal.
Esta semana, específicamente el miércoles, El Informador organizó un debate al respecto y las posturas de quienes participaron del lado oficial, es típica. Para empezar, se niega que haya crisis de abasto, una afirmación que luego dificulta que la sociedad haga suya una auténtica cultura del agua, para cuidarla pues, siempre, independientemente de su disponibilidad. ¿No serviría más reconocer la realidad? ¿No contribuiría a generar conciencia entre la gente? ¿No sería mucho más útil para el diseño adecuado y preciso de políticas públicas efectivas? ¿No sería, electoralmente hablando, más redituable una actitud más de verdad, más aterrizada, sin simulaciones ni negaciones?

Pasa el tiempo y el modus operandi de la clase política, en todos los sentidos y desde prácticamente todos los frentes, no cambia. La negación, la simulación, impiden soluciones de fondo; favorecen que los políticos en turno, los servidores públicos en plena gestión ni siquiera escuchen propuestas ingeniosas y sensatas que desde la sociedad civil se repiten y se repiten y se repiten a ver si algún día atinan, los políticos en turno, a escuchar, a atender. A ver si algún día dejan de negar realidades que casi nos aplastan, que se nos vienen encima como tormentas de arena, digo, a falta de agua.

Columna publicada en El Informador el sábado 23 de abril de 2016.