Ciudad Adentro
¿Se acuerdan? Yo
estoy segura de que sí. ¿Cómo olvidar las promesas de que con la reforma
energética bajarían las tarifas de la energía eléctrica y el gas? ¿Cómo olvidar
el anuncio aquel de que la gasolina ya no subiría cada mes y que a partir de
2016 de plano ya no aumentaría? ¿O la frase enfática y contundente de que en
2016 seguirían quitando obstáculos
para dizque “mover a México”?
Esto sí es
música para los oídos, particularmente en un país en donde la mayor parte de la
población ve mermados sus ingresos netos y además, su poder adquisitivo; el
daño a la economía familiar va en ambas vías. Muchos recibimos estas “buenas
nuevas” con desconfianza pero ¿era posible hacer algo para garantizar que esas
promesas se cumplirían? ¿Es posible hacer algo ahora? ¿Cuántos otros antes han
hecho promesas similares?
El caso es que
volvemos a caer exactamente en donde mismo, si no es que varios metros atrás,
porque el retroceso económico —y me refiero clara y directamente al de las
familias mexicanas— es notorio y angustiante.
Mientras esto
sucede, mientras estas promesas no se cumplen y además siguen los problemas con
el magisterio en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, desde la Presidencia se mueven las
piezas en un sentido que no puede ser calificado más que de burla y cinismo ¿o
cómo entender que quien anunció —con la venia desde Los Pinos claro— los
incrementos en materia energética y que además participó en la reforma
educativa que no es reforma educativa como se ha dicho hasta el cansancio, sino
laboral, es premiado con el nombramiento, digo, prácticamente, de dirigente
nacional del PRI?
Prácticamente
porque todavía falta que se monte el teatro que a todos los contribuyentes nos
cuesta, de la dizque elección de la dirigencia después de la renuncia de Manlio
(no podía ser de otra manera) con la sobada, trillada y nada creíble fórmula
del “candidato de unidad”.
Estoy hablando
de un individuo que aparece en el primer plano de la escena nacional, sólo
después de haber comparecido ante los senadores para explicar (ajá) el porqué
del incremento en las tarifas (ese incremento que no iba a suceder; ese
obstáculo que se iba a retirar para o afectar la economía de por sí precaria de
los mexicanos, de la mayoría claro): Enrique Ochoa Reza.
Ya renunció a la
Dirección general de la Comisión Federal de Electricidad, un puesto, como todos
los de su tipo, con un altísimo salario y no se digan las prestaciones de
privilegio extraordinarias, esas que claramente dividen a los habitantes de
este país, por decir lo menos, en mexicanos de primera y de segunda.
En su momento
Enrique Ochoa fue el artífice de que la reforma energética se aplicara y
bajaran las tarifas. ¿Hubo reducción? Podría decir que sí aunque, y amerita
revisión a fondo, también se dieron casos y muchos hasta donde he podido observar,
de supresión de tarifas subsidiadas, así que, unas por otras, como para
compensar ¿no?
Y de pronto, con
el conque (como decía mi abuelita) de que los precios de los combustibles para
la generación de energía subieron, pues no quedaba otra que aumentar las
tarifas, pese a la reforma energética ¿qué quiere decir esto? Que se trataba de
promesas imposibles de cumplir porque, efectivamente, se depende de las
fluctuaciones de estos productos a nivel internacional. ¿Se nos hizo esa
advertencia? Sí, la verdad es que sí, pero no desde el gobierno, sino desde los
grupos de académicos y expertos que una y otra vez llamaron la atención sobre
este punto pero no fueron escuchados.
Este mismo
Enrique Ochoa, me voy enterando, participó en los más altos niveles del diseño
de la reforma educativa que ahora genera tantos problemas. Podríamos considerar
también como promesas imposibles de cumplir, las que se hicieron a los maestros
cuando la reforma se fraguaba. Y no es que Ochoa sea totalmente responsable,
pero de que participó, participó. Y ahora se enfila, contra muchos priistas,
como su próximo líder y promete: “Tenemos que cambiar y escuchar a la
ciudadanía […] Tenemos que ser un partido (el PRI) más transparente que
encabece cambios y que atienda las solicitudes de los ciudadanos que quieren
tener un mejor país”. ¿Promesas imposibles?
Columna publicada en El Informador el sábado 9 de julio de 2016.