Ciudad Adentro
Todo está en
aumento, en incremento, in crescendo.
Y ojalá fueran cosas positivas, benéficas para todos, pero no. Recurro a la jerga
musical (no pretendo en lo más mínimo pisarle los talones a mi gran y admirado
amigo Jaime García Elías) para que la certeza no sea tan brutal. Crecen a pasos
agigantados y de manera exponencial: la inseguridad, la indignación, el coraje,
los precios de todo —el índice inflacionario es un promedio evidentemente
manipulable; ese dos por ciento y poco es propio de una película de ficción y
no de la dura y cotidiana realidad—, el desempleo, los empleos precarios, los
ingresos de los más corruptos y de los más ricos; la pobreza y las enfermedades.
Crece la
ineptitud en los gobernantes, la mala imagen del país, las bajas calificaciones
para proyectos económicos y las pésimas decisiones, irreflexivas e
irresponsables; aumentan la deuda, la desconfianza, la desesperanza, el
descontento. También se recrudece la debilidad de la máxima autoridad en este
país y de ahí, hacia donde volteemos.
La situación es
grave. Desde algo tan simple y aparentemente sin importancia como la impunidad
de la que goza el titular de la Conade, por sólo citar a uno; hasta el desdén,
el menosprecio del Primer mandatario hacia su pueblo, al que representa, al que
se debe. Que malinterpretamos a Trump,
que no dijo lo que dijo sobre los
mexicanos… La estulticia es descomunal y sabemos todos quiénes el que no
habla y, por lo visto, tampoco entiende inglés.
Por si fuera
poco, más o menos a un mes del regreso a clases, se informa a los padres de
familia que pueden participar en los foros de consulta sobre el “Modelo
educativo 2016”; en septiembre, cuando las clases ya empezaron, cuando los
planes y programas de estudio están definidos; cuando se supone (oh sorpresa)
que la convocatoria a tales foros fue en 2014. De pronto recordé aquellas mesas
de consulta ciudadana que instaló el exgobernador Emilio González Márquez (qué
desagradable traerlo a la memoria) a las que de plano renunciaron varios
expertos en diferentes áreas porque en realidad ya todo estaba enjuagado o cocinado.
Las mesas sólo fueron un parapeto para que se dijera que dizque ese gobierno sí
atendía las ideas, propuestas y señalamientos de la sociedad civil. Ajá. Sucede
ahora lo mismo. Es frecuente que los gobiernos así operen, después de todo
“ellos saben cómo hacerlo”, “la gente votó por ellos” y los-mexicanos-somos-menores-de-edad…
Claro.
Efectivamente,
con una búsqueda simple, apareció en formato PDF el “Modelo Educativo 2016”,
obvio, es la primera edición. Antes, clasificado como anuncio (es raro que
alguien “entre” a tales anuncios), aparece un sitio del Gobierno de la
República en donde se invita a quien le dé click
a participar en los foros de consulta “que se llevarán a cabo de febrero a
junio de 2014”. Anexo aquí la liga correspondiente para que, si puede, viaje en
el tiempo y asista. Aquí dejó la liga para que constate las fechas de la
convocatoria y los documentos del “Modelo educativo 2016” y de la “Propuesta
curricular 2016”: Modelo educativo 2016.
Este simple
hecho, la falta de actualización del sitio, la invitación de hace unos días
para emitir nuestra opinión en los foros de consulta, deja en evidencia que
todo está hecho al aventón, como parapeto, para cubrir el expediente y asegurar
que sí, que todo se hizo en tiempo y forma. El cinismo y la desfachatez también
crecen.
Ahora bien,
basta una revisión somera a los documentos que cito, para darnos cuenta de que
no hay ninguna propuesta innovadora que en verdad nos conduzca a elevar el
promedio educativo que como país tenemos, mucho menos si se obliga a los
directivos escolares, tanto de plantes públicos como privados, a no reprobar a
ningún niño o adolescente. Esto es real y el propósito es elevar, de manera
ficticia claro está, tales promedios. Así que la falsedad y manipulación de
datos también está in crescendo.
Deliberadamente
quise profundizar un poco en el aspecto educativo, uno de los rezagos y
problemas más sensibles, urgentes y complicados de nuestro México, pero lo
cierto es que lo que crece en el país es preocupante y doloroso. No he hablado
de las fallas en el sistema judicial que, por supuesto, inciden en un
incremento en las injusticias; ni del pensamiento ese que cunde entre la clase
política, relativo a “cortar una cabeza” (léase circo o Videgaray) para dizque contentar
a las masas; o de la división popular que desde el poder se fomenta. In crescendo sí, toda esta realidad que
no sólo cuenta y mucho, pesa y cada vez más.
Columna publicada en El Informador el sábado 10 de septiembre de 2016.