sábado, 31 de diciembre de 2016

Hoy es el día

Ciudad Adentro

LAURA CASTRO GOLARTE (lauracastro05@gmail.com)

El gasolinazo que entrará en vigor mañana no es más que el culmen de las decisiones que contra los mexicanos ha tomado desde 2012 (no me alcanzaría el espacio para remitirme a los pésimos gobernantes que hemos tenido en el pasado) Enrique Peña Nieto. Esta no es una decisión del secretario de Hacienda, es del Presidente, en todo caso está de acuerdo y la presenta como propia.
Desde el anuncio esta semana las reacciones populares han ido en aumento y me llama la atención positivamente la organización que se está dando en los ciudadanos a través de las redes sociales para manifestarse contra la medida. Ayer hubo un plantón afuera del Congreso de Jalisco y en diferentes puntos de la geografía nacional ha sucedido lo mismo. Para el lunes 2 de enero a las 14:30 en la Glorieta Minerva está convocada una marcha y otra el 9 de enero en la Ciudad de México. No creo que sean las únicas y siempre será esperanzadora la movilización de la gente contra un atraco en despoblado particularmente cuando son los que dizque nos representan los que lo avalan.
Hay dos casos emblemáticos en los que la ciudadanía tuvo éxito en sus manifestaciones opositoras y fue aquí en Jalisco. Quiero creer que podemos y lograremos detener esta alza que convenientemente se publica hasta el 26 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación, en plenas vacaciones, a punto de terminar el año y después de que fue presentado, revisado y aprobado el Paquete Fiscal de la Federación para 2017.
¿Se acuerda el lector de esos dos casos? Uno fue el “placazo” en 2010 y otro la “macrolimosna”, ambos durante la muy desagradable y lamentable administración de Emilio González Márquez.
Así se publicó en su momento el triunfo de la gente contra la medida que pretendía imponer el entonces gobernador: “Guadalajara, Jal., 31 de octubre. El gobernador Emilio González Márquez reculó en su intención de aplicar el año próximo un programa de re-emplacamiento por el cual esperaba cobrar mil 200 pesos por cada uno de los 2.3 millones de automotores en la entidad. El mandatario argumentó que abandonó el proyecto por el descontento que causó entre la ciudadanía, que este miércoles se manifestó ante el palacio de gobierno por cuarta ocasión en una semana”.
En cuanto a la “macrolimosna”, dos años antes, mentada de por medio, también se cayó por el descontento y las manifestaciones de la gente. González Márquez entregó 90 millones del erario público para la construcción del Santuario de los Mártires y los jaliscienses se movilizaron de una manera impresionante hasta que fue necesario que la Arquidiócesis de Guadalajara regresara el dinero.
¿Es posible entonces? Tiene que ser, de otra forma no podríamos presumir que vivimos en una democracia (digo, en realidad no tenemos muchos elementos para eso) y entonces sí el tinglado del sistema caería estrepitosamente.
Como siempre, como opera un gobierno alejado de sus representados, la medida se tomó prácticamente en la clandestinidad, fue una operación a escondidas, con movimientos sigilosos estilo serpiente, con los tres agravantes de cualquier delito o acto antiético y tramposo: premeditación, alevosía y ventaja. Según una tesis del Sistema Judicial de la Federación, existen dos clases de alevosía: “la primera, consiste en la sorpresa intencional de improviso o acechanza de la víctima, figura que coincide siempre con la premeditación, puesto que requiere actos preparatorios, y la segunda, en el empleo de otros medios que no le den lugar a defenderse ni a evitar el mal”, en ambos casos, quien la comete, tiene ventaja para operar así.
Todavía ayer leí una nota breve pero sin duda reveladora de cómo fue urdido todo: el secretario de Hacienda (decían que era presidenciable), José Antonio Meade, dijo que esta medida la agradecerán nuestros hijos y nuestros nieto (¡vaya!) y que se tomó por tres cosas que, es claro, dejan en evidencia las deficiencias descomunales en la tarea de gobernar y administrar que constitucionalmente les corresponde: “si queríamos mantener el precio por debajo de lo que nos está costando, si no queríamos reflejar el incremento en el costo, teníamos o que endeudarnos, o que recortar programas, o que subir impuestos. Y no estamos haciendo ninguna de las tres cosas”.  ¿Ah no?
Excuso decir que contengo la indignación: sobre la deuda, aumentó 52 % de diciembre de 2012 a diciembre de 2015 (falta el dato de este año); en cuanto al recorte de programas, Hacienda propuso para 2017, un “ajuste” de 38 % en el presupuesto de programas sociales, aproximadamente, 81 mil 380 millones de pesos menos; y, finalmente, en materia de impuestos, ¿qué es si no el incremento en las gasolinas?
Espero, deseo fervientemente que estas medidas nos lleven a una organización social que repercuta en un cambio en las decisiones que toma la clase política. Y hoy es el día perfecto para los deseos.

Columna publicada en El Informador el sábado 31 de diciembre de 2016.