Ciudad Adentro
La verdad no sé
si sea parte de la condición humana, o no, esta tendencia o proclividad a
buscar lo positivo aun cuando no dispongamos de elementos ciertos para ello;
queremos ver las situaciones con optimismo y encontrar esperanzas en los
rincones más recónditos de los más oscuros y densos panoramas; y si de plano no
las hallamos, pues hacemos corte o evadimos o bloqueamos… Sí, debe ser
condición humana y creo que encajo, quizá como muchos, en esta percepción.
Sin embargo, a
veces no es posible. De pronto la realidad nos aplasta a un grado que nos deja
casi sin aliento, sin espacio para el optimismo. Así me siento hoy y lo
comparto porque son asuntos que nos atañen a todos, porque a unos más que a
otros nos preocupan, nos duelen, nos asustan o nos indignan y encontrar un
reflejo con frecuencia ayuda precisamente a localizar pequeños nichos para la
esperanza.
De luto, porque
hace casi una semana, el día 15 de enero, asesinaron a uno de los activistas
con más foro en la lucha por defender los bosques de la Sierra Tarahumara.
Isidro Baldenegro, heredero de la causa que enarboló su padre, Julio, asesinado
también, en 1986, recibió seis tiros que acabaron con su voz y sus acciones
enfocadas en rescatar una de las sierras más ricas y bellas del mundo y, por lo
mismo, altamente codiciada. El narcotráfico ha ganado terreno en la zona.
Irónicamente, Baldenegro estuvo preso acusado falsamente de transportar drogas.
El domingo pasado lo mataron. Así como de los periodistas, los homicidios de
activistas defensores de diversas causas en México son frecuentes y por lo
general quedan impunes ¿qué ha dicho alguien sobre este caso? Me refiero a
autoridades responsables porque la indignación nacional e internacional en el
ambiente de los ecologistas, es mayúscula. Isidro Baldenegro defendía la Sierra
Tarahumara no por un interés personal, esos recursos naturales son patrimonio
de todos los mexicanos.
De luto porque
en México tenemos un Presidente desconectado de la realidad que no sólo da la
espalda a los mexicanos de manera contumaz mientras mira hacia el vecino del
Norte, sino que manda, como si de una ofrenda se tratara, al narcotraficante
fugado dos veces en un hecho que analistas de otros países leen como una clara
y vergonzosa sumisión a lo que disponga Donald Trump ahora ya presidente de
Estados Unidos. Acepta la extradición de Joaquín Guzmán y plantea un discurso
conciliador con quien ha ofendido y humillado a los mexicanos de forma
recurrente y que no muestra ni un nano signo de apertura hacia el diálogo y las
conversaciones: cierre total de comercio y fronteras con México.
De luto, porque
no tenemos un Presidente con carácter que imponga límites y hable fuerte ante
tales amenazas o que sea líder para encabezar las acciones que sin ayuda de
nadie nos conducirían a mejores estadios de desarrollo. No hay.
De luto, porque la manipulación mediática para
bajar los ímpetus de los ciudadanos inconformes con tantas y tan malas
decisiones está recargado despertando miedos y temores a la represión y la
violencia que practican personajes filtrados y bien pagados en cuanta
manifestación.
De luto por la
impunidad, por el silencio y las omisiones del gobierno, porque desprecia las
manifestaciones sociales, las propuestas y los justos reclamos.
De luto porque
ya tomó posesión el cuadragésimo quinto presidente de la Unión Americana.
Y de luto por
Monterrey. Con el corazón expuesto y el alma constreñida, con las lágrimas a
punto de brotar; porque no son aceptables ni concebibles estas manifestaciones
de soledad y violencia en ninguna parte del mundo, porque estamos cometiendo
graves errores como sociedad; porque nadie lo merece empezando por los niños,
pero tampoco los padres; porque la autoridad es omisa y perversa; porque el
sistema global (México no se escapa y nadie hace nada para salvarlo) ha llevado
a las familias de diversa índole a la separación y a la disfunción; porque
quizá alguien se regocija con nuestros miedos, con nuestras derrotas, con el
horror frente al que estamos inermes. El dolor es descomunal. Pienso en los
padres del chico ahora muerto, víctima total; en sus hermanos, en sus
compañeros; en todos nosotros.
Por fortuna el
luto es un estado temporal y la fortaleza de nuestro pueblo, nuestra riqueza y
creatividad, hallarán como en un desierto, el minúsculo nicho por el que se
colará, pronto espero, un hilo de agua limpia, cierta, transparente,
refrescante y nuestra. Mañana es 22.
Columna publicada en El Informador el sábado 21 de enero de 2017.