Ciudad Adentro
Entre las
agresiones —violencia franca— de Donald Trump contra nuestro país; y las malas
decisiones de Enrique Peña Nieto, los mexicanos estamos en una situación
extraordinaria aunque no inédita que amerita, entre nosotros, con urgencia y
más que en otros momentos, unión, solidaridad y fuerza.
En realidad no
es mucho pedir. Si hacemos un repaso breve de nuestra historia reciente, el
pueblo mexicano ha demostrado en diferentes circunstancias esas cualidades,
hacia el interior y más allá de nuestras fronteras. El sistema político y la
intensidad con la que se filtra en nuestro día a día han contribuido a
profundizar divisiones y a radicalizar posturas, sin embargo, y por lo visto
hasta ahora, después de las primeras
decisiones de Donald Trump, está en nuestra genética: la unión para nuestra
defensa.
Hay sólo una
cuestión que no comprendo ¿por qué se pide apoyo para Enrique Peña Nieto? ¿O
por qué se piensa que esta unión nacional es para apoyarlo? No comprendo las
expresiones de cerrar filas en torno al
presidente y sí creo que todo es parte de una manipulación mediática para
ver si acaso sube unos puntitos en sus niveles de aprobación, actualmente en 12
%, el indicador más bajo en la historia de los presidentes de México desde que
inició tal medición. Y esta es una de las razones por las que llamo la atención
hacia la necesidad de estar muy despiertos. No podemos ni debemos equivocarnos.
Tenemos encima
los efectos del primer gasolinazo, en unos días se aplicará el segundo, para un
incremento acumulado en el precio de las gasolinas cercano a 30 % y solamente
los muy pero muy insensibles consideran que ya chole con el tema.
La eliminación
del subsidio a las gasolinas con una carga impositiva de ese tamaño no implica
costos sólo para quien tiene auto, por favor. Con un poquito de conocimiento,
ya no digamos conciencia, sobre las dinámicas económicas, se sabría que este
incremento repercute en los precios de absolutamente todo porque estos
combustibles se usan para producción y distribución de cuanto producto,
servicio y mercancía. Pero bueno. No estamos nada contentos con Peña Nieto en
general y sí creo que en gran medida la crisis con el vecino del Norte se debe
a las malas decisiones diplomáticas que ha tomado el actual Gobierno mexicano.
No puedo pensar
tampoco que el anuncio de Peña de que no asistiría a la reunión del próximo
martes sea un triunfo ¿de qué? Y perdón por el pesimismo y la desconfianza,
pero la llamada de ayer tampoco me alienta. Trump insiste en que fue “muy
fuerte” y luego añade que siente gran respeto por la gente de México. Es
difícil creer en un individuo cuyo discurso es violento y contradictorio; y de
parte de México se informa, ya no el Presidente en persona, que se dialogará
sobre el muro pero no de manera pública. Bueno, o sea que el Gobierno mexicano
podría finalmente doblar las manos para pagarlo sin que nadie se entere, bonita
cosa. No puedo confiar en algo así. De manera que el apoyo no tendría que ser
para Peña, además ¿cómo? ¿Echándole porras? ¿Gritándole que sí se puede? ¿O
cómo? Si le dijéramos exactamente qué hacer como preguntó, lo más probable es
que no nos hiciera caso porque así ha sido durante todo su mandato.
El apoyo, la
unión, la fuerza y la solidaridad deben ser de nosotros para nosotros, entre
los mexicanos, todos menos la clase política. Este es un asunto de la sociedad
y sí incluyo a los empresarios porque muy bien podrían sacrificar un poco, sólo
un poco, sus utilidades para aumentar salarios por ejemplo e inyectarle energía
al poder adquisitivo con el propósito de reactivar el mercado interno. Hay
otras medidas para lograrlo, ayer las expuso en conferencia de prensa Carlos
Slim: manos a la obra. Esto no tiene que ver con apoyar a Peña, tiene que ver,
más bien, con ponerlo a trabajar y a todo su equipo de haraganes privilegiados
que hasta ahora no han tomado buenas decisiones; no están los tiempos para que
el Gobierno mexicano se use como escuelita y saben a quién me refiero. Son
necesarios los mejores y vaya que hay talentos en todas las áreas.
¿Por qué digo
que no es inédita la situación actual? Guardadas todas las proporciones, cuando
México se estrenaba como nación, tuvo que enfrentar los conflictos internos que
eran complejos y fuertes (pronunciamientos, asonadas, golpes, muertos) en el
proceso de constituir a México como nación pero además, los persistentes
intentos de Fernando VII por reconquistar su antigua y rica y maravillosa Nueva
España. Salimos adelante después de 300 años de colonia ¿no podremos hacerlo
ahora? Claro que sí, pero necesitamos estar muy despiertos.
Columna publicada en El Informador el sábado 28 de enero de 2017.